La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo y es fundamental cuidarla para mantenernos san@s. Muchas veces se considera coquetería el cuidado de la piel, y deberíamos ser conscientes de que es una cuestión de salud e higiene.
El uso de aceites vegetales para la piel se está haciendo cada vez más común, e incluso las grandes industrias cosméticas ofrecen como reclamo para sus productos la adición de estos ingredientes. Podemos beneficiarnos de las propiedades de estos aceites de diferentes maneras:
- Aplicándolos directamente sobre la piel: a modo de loción corporal o facial, o mejor aún, dando un masaje.
- Añadiéndolos al agua del baño: sobre todo para los bebés, es una forma sencilla de hidratar la piel del cuerpo.
- Añadiéndolos a una crema base: Si conseguimos, cosa nada fácil, una crema o loción sin perfumes ni aceites minerales, podemos añadirle una pequeña cantidad del aceite que necesitemos para otorgarle las propiedades del mismo.
Ahora bien ¿Qué aceite elegir? En primer lugar, hay que tener en cuenta varios factores para poder beneficiarnos de todo el potencial de los aceites vegetales:
- Debemos elegir un aceite virgen, es decir, sin refinar y sin aditivos.
- Busquemos aquellos en los que la etiqueta especifica "de primera presión en frío". Así nos aseguraremos de que en el proceso de elaboración no se han empleado productos químicos para extraer el aceite.
- Preferiremos los aceites ecológicos o "Bio", no sólo por ética, sino también para garantizar que nuestra piel no entre en contacto con pesticidas, fertilizantes, etc.
En función de nuestras necesidades, podemos seleccionar gran variedad de aceites en el herbolario. Os sugiero algunos:
- Aceite de almendras dulces: muy conocido y empleado por los masajistas por su capacidad de lubrificación y olor neutro. Es rico en vitamina E (antioxidante), por lo que se conserva en buenas condiciones durante largo tiempo. Es altamente hidratante y tolerado por la mayor parte de las pieles. En aromaterapia se utiliza como aceite base con mucha frecuencia.
- Aceite de rosa mosqueta: Este aceite originario de Chile es famoso por su capacidad de estimular la regeneración de la piel, por eso es recomendable para pieles agrietadas y, muy especialmente, para aplicar sobre cicatrices.
- Aceite de árnica: Muy conocido por los deportistas, ya que sus propiedades analgésicas y antiinflamatorias hacen que sea básico en el equipamiento de un masajista deportivo. Se aplica sobre contusiones, torceduras, luxaciones... También es apropiado para activar la circulación de la piel.
- Aceite de germen de trigo: Su alta concentración de vitamina E hace que este aceite sea antioxidante, de manera que se recomienda su utilización sobre pieles expuestas al viento.
- Aceite de argán: En los últimos años se ha popularizado mucho el uso de este aceite de origen bereber. Es altamente hidratante y regenerador, además de aliviar dolores articulares y ser muy efectivo en el tratamiento del eccema.
